6 de enero de 2010

Viaje a Dubrovnik

Dubrovnik , segunda ciudad de Croacia , era un destino que apetecía conocer, pero al ser invierno las sensaciones han sido distintas a las imaginadas y quizás mejores. Al haber pocos turistas , es posible recorrer la ciudad sin agobios y percibir matices, de luz, de olores. También conocer el clima , parecido al nuestro pero con golpes fuertes de viento que hacen pasar del sol a la lluvia abundante.
La antigua república hasta la llegada de Napoleón , guarda aún un aspecto espléndido en su arquitectura , bien cuidada y protegida por la Unesco después de las guerras de los años 90.
En su mayoría los edificios se reconstruyeron después del terremoto del S XVII y son neoclásios. Quedan un par de edificios góticos anteriores, el monasterio de los franciscanos con la antigua farmacia y el Palacio Sfonza.
La gente es amable, le gusta cantar y pronto nos vemos inmersos en las melodías que nos recuerdan la cercanía de Grecia y la convivencia con otras culturas como la musulmana.
La gastronomía, el pescado a la plancha, los vinos y las aceitunas nos recuerdan que estamos en el Mediterráneo , aunque la arquitectura medieval nos hace sentir que estamos en una ribera distinta .
La imagen de la ciudad con sus tejados rojo vermellón es inolvidable desde las murallas en un dia de sol.
Pero no menos hermoso es pasear sobre el pavimento de mármol de sus calles una noche de lluvia.
Los croatas miran al futuro con optimismo y reciben al año nuevo en la calle, cantando bajo los fuegos artificiales.

La visita a la república vecina de Bosnia-Herzegovina nos deja impresionados por los rastros de la guerra , de como la población intenta pasar página , aunque las tres culturas ortodoxa, católica y musulmana nunca tuvieron mayores problemas de convivencia, y abrirse al turismo como oportunidad económica. El puente reconstruído tras la guerra, recupera al puente edificado piedra contra piedra de la antigua Roma y al mirarlo nos deja una sensación triste, sobre el río caudaloso, un día de Año Nuevo lluvioso, que parece arrastrar todos los propósitos no conseguidos del año que se fue.

Seguimos viaje hacia el Sur y entramos en la república de Montenegro, que suena misteriosa y nos aparece una naturaleza espléndida , con la hermosa bahía de Kotor , el Adriático rodeado de altas montañas , ásperas, negras. Es una pequeña nación tradicionalmente de pescadores que hoy busca en el turismo una fuente real de ingresos.
Y entre las brumas surgen las leyendas, como la de la fiel esposa del pescador que durante 25 años lo esperó mientras bordaba telas religiosas y usaba sus propios cabellos para la Virgen.
Al principio eran negros, al final ya blancos. El nunca volvió. Hoy la pequeña iglesia de la Virgen del Peñasco en el centro de la bahía es un reclamo para celebrar bodas de novios que vienen de países muy lejanos.
Croacia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro junto a Serbia , Eslovenia y Macedonia son los seis países resultado de la disgregación de la antigua Yugoeslavia.
La costa dálmata es de una increíble belleza , con miles de islas, sin habitar y protegidas por ser reservas naturales.

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